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En noviembre de 2025, la ciudad de Belém (estado de Pará, Brasil) acoge la trigésima edición de la COP30, un hito en la agenda climática que ofrece a las empresas latinoamericanas una ventana de oportunidad, y un reto, para transformar compromisos globales en acciones medibles dentro de sus estrategias ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
En este artículo, explicaremos brevemente qué es la COP, cuál es el carácter particular de esta edición, qué retos plantea para América Latina y, en especial, cómo las empresas pueden traducir los acuerdos globales en prácticas concretas dentro de su operación, reporte y cadena de valor. No se trata solo de “estar presente” en el discurso climático, sino de aterrizar la ambición en resultados reales.
¿Qué es una COP y por qué importa para las empresas?
El término COP proviene de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC, o UNFCCC en inglés), que reúne cada año a los países firmantes para revisar avances, establecer nuevos compromisos y fijar marcos de cooperación frente al cambio climático.
Para las empresas, aunque la COP es un foro eminentemente gubernamental, sus efectos trascienden la diplomacia: las decisiones que allí se adoptan, sobre financiamiento climático, metas nacionales, transiciones energéticas, mercados de carbono, reglas de transparencia, configuran el entorno regulatorio, las expectativas de los inversores, los requisitos de reporte y las cadenas de valor globales.
¿Qué tiene de especial la COP30?
La COP30 se celebra del 10 al 21 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil. Es la primera vez que este gran encuentro tiene lugar en la Amazonía, lo que añade una dimensión simbólica y política adicional, pues el bioma amazónico está en el centro de los debates sobre deforestación, biodiversidad y transición energética.
Además, esta edición se identifica con una expectativa de “implementación” más que de nuevos grandes pactos: se espera que los países actualicen sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), que discutan financiamiento climático, transición justa y adaptación al impacto, más que firmar grandes declaraciones nuevas.
Pero también hay importantes señales de alerta. Por ejemplo, la región latinoamericana ya ha sido señalada por presentar compromisos poco ambiciosos o con plazos poco claros.
En este contexto, las empresas de la región enfrentan un doble desafío: por un lado, adaptarse al cambio en el entorno regulatorio y de expectativas; por otro, actuar de forma proactiva para convertir las promesas globales en ventajas competitivas y no solo en cargas de cumplimiento.
Retos clave para América Latina y su impacto en las empresas
En América Latina los retos no son menores, y esto abre también oportunidades de liderazgo. Entre los principales se encuentran:
- Financiamiento climático: La COP30 destaca la urgencia de recaudar y movilizar montos muy grandes para adaptación, mitigación y justicia climática. France 24+1 Esto empuja a las empresas a reconsiderar su modelo de financiamiento, riesgos de transición y fuentes de capital sostenible.
- Transición energética justa: Según análisis de la región, la transición no puede ser solo técnica sino también socialmente justa, considerando desigualdades y capacidad institucional. Para las empresas, significa que el cambio energético es un factor de negocio que exige evaluar cadena de suministro, infraestructura, costos e impacto en comunidades.
- Ambición y credibilidad: Aunque muchos países presentarán nuevas NDC, persisten dudas sobre fechas, concreción y seguimiento de los compromisos. Las empresas en la región deben calibrar que la ambición pública se traslade a su planificación interna, si no quieren quedar rezagadas frente a regulaciones o expectativas de stakeholders.
- Presión regulatoria, reputacional y tecnológica: A medida que los marcos climáticos se fortalecen, las empresas se enfrentan a mayores exigencias de reporte, trazabilidad, gestión de emisiones, adaptación de infraestructura, entre otros. No es solo cuestión de medir carbono, sino de demostrar acciones, resiliencia y gobernanza.
Estos retos implican que la agenda ESG deje de ser un accesorio y pase a estar en el centro de la estrategia empresarial. Las compañías latinoamericanas que lo entiendan primero pueden transformar estos desafíos en ventaja competitiva.
De la COP30 a la estrategia ESG empresarial: pasos concretos
¿Cómo puede una empresa latinoamericana traducir los hitos de la COP30 en su propia hoja de ruta ESG? Aquí algunos pasos que proponemos:
- Actualizar el contexto climático interno
- Revisar la exposición de la empresa al cambio climático: físicas (impactos en activos, infraestructura, cadena de suministro) y de transición (regulación, reputación, tecnologías).
- Mapear cómo los resultados esperados de la COP30 (financiamiento, transición justa, adaptación) pueden modificar el panorama del sector.
- Alinear la estrategia con los compromisos globales y nacionales
- Ver qué implican las nuevas NDC o regulaciones nacionales/regionales para tu sector. Aunque la empresa no es un país, las políticas públicas generan entorno.
- Definir metas internas que reflejen esa ambición: reducción de emisiones, eficiencia energética, cambio a renovables, cadena de valor baja en carbono, adaptación de activos.
- Integrar tecnología, datos y reporte
- Para convertir ambición en acción, se requiere datos rigurosos, sistema de seguimiento, indicadores claros, trazabilidad de la cadena de valor.
- Alinear con estándares reconocidos (por ejemplo, TCFD, GRI, SASB), adoptar herramientas de gestión y reporte ESG.
- Compromiso con stakeholders internos y externos
- Involucrar consejo directivo, comité de sostenibilidad, departamentos operativos, cadena de suministro.
- Transparencia con inversores, clientes, comunidades: comunicar claramente qué se va a hacer, cuándo, con qué recursos, cómo se medirá.
- Adaptación al entorno local y responsabilidad social
- En América Latina, la transición debe considerar justicia social, impacto comunitario, equidad y capacidades institucionales. Como lo señala el análisis regional, la transición energética no puede ignorar las desigualdades.
- Las empresas pueden liderar vinculando la sostenibilidad con desarrollo local, inclusión, biodiversidad, asuntos indígenas o rurales, conforme al contexto de la COP30 en la Amazonía.
- Monitoreo, reporte y mejora continua
- Establecer KPIs claros (emisiones, energía renovable, intensidad de carbono, resiliencia de cadena) y revisar periódicamente.
- Estar preparados para cambios regulatorios, presión de inversores, exigencias de transparencia. Vivimos en un contexto de “acción” más que de promesas.
¿Por qué ahora es el momento para las empresas latinoamericanas?
La COP30 representa un punto de inflexión para la región. Según reportes, América Latina llega a esta cumbre “en un punto de inflexión”, con impactos crecientes del cambio climático y una creciente presión para actuar.
Para las empresas, esto significa que:
- Las expectativas de los inversionistas, clientes y reguladores sobre sostenibilidad aumentarán rápidamente. Quedarse atrás puede implicar riesgos de reputación, costos financieros mayores o exclusión de mercados.
- Las oportunidades se amplían: acceder a nuevos modelos de negocio (energías renovables, eficiencia, economía circular), alianzas estratégicas, ventaja competitiva si se es de los primeros en adaptarse.
- El entorno latinoamericano ofrece un valor de “contexto local” que puede jugar a favor: la proximidad a la Amazonía, la biodiversidad, la transición energética regional son elementos diferenciales para empresas que sepan actuar.
Críticas y áreas de cautela
No obstante, es importante que las empresas mantengan un enfoque crítico y realista:
- Aunque esta edición de la COP pone el foco en implementación, los antecedentes muestran que muchos países han fallado en cumplir sus compromisos y que las NDC aún adolecen de claridad, plazos y mecanismos de seguimiento. (Climate Tracker)
- El “hype” mediático de la COP no garantiza resultados concretos. Las empresas deben evitar caer en activismo de escaparate (“green-washing”) y enfocarse en acciones medibles y verificables.
- En América Latina, la capacidad institucional, las condiciones socioeconómicas y las brechas de financiamiento pueden dificultar la implementación de medidas ambiciosas. No basta con definir metas, es necesario construir capacidades.
- Las buenas intenciones pueden quedar atrapadas en la cadena de suministro global, en la infraestructura obsoleta o en dependencia de tecnologías importadas. La visión estratégica debe incluir esos factores.
La COP30 no es solo un evento más en el calendario climático: es una señal para que las empresas latinoamericanas pasen de la promesa al hacer. Para convertir los compromisos globales en estrategias ESG tangibles, es imprescindible actualizar el contexto, alinear la estrategia, invertir en datos y reporte, vincularse con los stakeholders y adaptar la acción al entorno local de América Latina.
En un mundo donde la sostenibilidad dejó de ser una opción y se convierte en una exigencia, las empresas que sepan anticipar, estructurar y ejecutar su hoja de ruta ESG saldrán fortalecidas. Esta COP30 puede marcar un antes y un después —la diferencia la hará la acción, no solo la palabra.
¿Listos para aterrizar los compromisos globales en su negocio? En Anthesis estamos preparados para acompañar ese camino.
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