Sostenibilidad en 2025: Tendencias del primer semestre y perspectivas para lo que queda del año

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El primer semestre de 2025 ha sido un periodo de contrastes: avances y retrocesos regulatorios significativos, incertidumbre política, presión social creciente y una aceleración en la integración de la sostenibilidad en las estrategias corporativas. Las organizaciones se han visto obligadas a surfear la incertidumbre y adaptarse con agilidad para mantener el rumbo hacia una economía más sostenible, resiliente e inclusiva. 

Gracias a nuestra experiencia directa acompañando a multitud de clientes de todos los sectores, el seguimiento continuo de la evolución normativa y el análisis de informes especializados, en Anthesis hemos identificado algunas de las que, en nuestra opinión, son las principales tendencias que han definido la primera mitad de 2025. Además, destacamos aquellas que continuarán marcando la agenda ESG en el futuro, con el objetivo de ayudar a las empresas a comprender el contexto y anticipar los desafíos que se avecinan.

Transición climática y descarbonización: de la medición a la acción

Uno de los hitos más relevantes del semestre en España ha sido la entrada en vigor del Real Decreto 214/2025 sobre Huella de Carbono. Esta normativa convierte en obligatoria la medición, reducción y, en algunos casos, la verificación externa de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para grandes empresas, organismos públicos y sectores estratégicos.  

El decreto también incluye el alcance 3 (de momento voluntariamente, pero con vocación de ir introduciéndose progresivamente), lo que obligará a las organizaciones a mirar más allá de sus operaciones directas y abordar las emisiones de su cadena de valor.  

Así mismo, la obligación para las empresas afectadas de disponer de planes de descarbonización está incrementando significativamente el número de organizaciones que buscan disponer de hojas de ruta sólidas, basadas en un análisis riguroso de costes e impacto, e integradas en sus estrategias de negocio. 

En el campo de los estándares internacionales, en estos primeros meses del año hemos conocido el borrador de la nueva versión del Estandar Net Zero de SBTi, que trae novedades importantes que terminarán de concretarse en lo que resta del año, aunque su aplicación definitiva no será hasta 2027.  

En 2025, las empresas que ya llevan varios años calculando y gestionando su huella de carbono están comenzando a evolucionar sus estrategias climáticas con acciones tales como la implementación de programas de compromiso de la cadena de suministro para implicar a sus proveedores en la reducción del alcance 3 o el desarrollo de programas de precio interno del carbono.  

Además, cada vez son más las empresas que asumen la necesaria compensación de las emisiones de carbono que aún no son capaces de evitar como forma de asumir su responsabilidad sobre las mismas, ya sea mediante la compra de créditos de carbono de alta integridad o de certificados de atributos energéticos como las Garantías de Origen o los RECCs. En este sentido, el mercado voluntario de carbono ha mostrado un dinamismo sin precedentes: en el primer trimestre de 2025 se retiraron 54,56 millones de toneladas de CO₂, casi igualando las emisiones generadas (55,63 MtCO₂), lo que marca un balance neto negativo por primera vez.

Vaivenes normativos: la directiva Ómnibus y la simplificación regulatoria

El llamado Paquete Ómnibus, aprobado por la Comisión Europea en febrero y actualmente en tramitación (con una intensa y apasionada discusión entre las partes interesadas y reguladores), introducirá cambios sustanciales en la CSRD (Directiva sobre informes de Sostenibilidad Corporativa) y la CS3D (Directiva sobre Diligencia Debida en materia de Sostenibilidad Corporativa).  

Entre los principales ajustes que están en discusión hay: 

  • Aumento del umbral de aplicación a empresas con más de 1.000 empleados. 
  • Postergación de dos años en los plazos de reporte para las empresas de las olas 2 y 3. 
  • Eliminación de los estándares sectoriales obligatorios. 
  • Mantenimiento del nivel de verificación en “limited assurance”. 

Aunque estas medidas buscan aliviar la carga regulatoria, especialmente para las pymes, también han generado incertidumbre en muchas organizaciones. Esto se debe, por un lado, a que perciben el paquete legislativo de finanzas sostenibles de la Unión Europea (que incluye la CSRD, la SFRS, la CSDDD y la Taxonomía, entre otros) como una oportunidad competitiva, al constituir un sistema de gestión ESG de referencia a nivel internacional.  

Por otro lado, muchas empresas valoran la previsibilidad y la seguridad normativa como elementos clave para planificar de manera razonable sus acciones y programas de sostenibilidad. En cualquier caso, en este contexto, las organizaciones no deben detener sus esfuerzos, sino más bien seguir avanzando, pero ajustando el ritmo sin perder de vista el rumbo marcado por la CSRD. Y así lo estamos viendo en muchas empresas.

Los próximos meses serán críticos para saber cómo se materializa la directiva Ómnibus, ya que antes de final de año deberemos conocer la nueva versión simplificada de las Normas Europeas de Informes de Sostenibilidad (ESRS por sus siglas en inglés). También deberá procederse a la aprobación definitiva de la revisión de la CSRD y la CSDDD con sus nuevos umbrales de aplicación. 

La alineación con la Taxonomía Europea, seguirá siendo clave en cualquier caso para acceder a financiación sostenible, tanto pública como privada. Y, pese a la pausa que supone el Ómnibus, hay empresas que han decidido aprovechar este espacio para avanzar en la fase de análisis de elegibilidad y comenzar a prepararse con pruebas piloto de análisis de alineación para llegar en las mejores condiciones a 2026. 

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Cadena de suministro, productos sostenibles y capital natural: temas emergentes

Cada vez más empresas reconocen que sus principales impactos y riesgos ESG se encuentran aguas arriba (upstream) y aguas abajo (downstream) de su cadena de valor. La sostenibilidad de los productos y la gestión responsable de proveedores se han convertido en prioridades estratégicas. 

La EUDR (Regulación de Deforestación de la UE), está en una fase crítica en 2025, ya que el 31/12/2025 entra en vigor definitivamente y las empresas afectadas deberán tener en marcha sus sistemas de debida diligencia y procedimientos para poder darle cumplimiento. Además, recientemente se ha dado un paso clave con la publicación de la lista de países de riesgo en mayo (aunque al escribir este artículo llega la noticia de un nuevo freno en este ámbito). En el momento en que esta lista se apruebe definitivamente, despejará una de las principales incertidumbres para las empresas que comercializan con productos como soja, cacao, café, aceite de palma, caucho o madera. 

En paralelo, los reglamentos europeos sobre envases (PPWR) y ecodiseño (ESPR) avanzan, marcando el camino hacia productos más sostenibles, especialmente en sectores como el textil. Las empresas deben prepararse para cumplir con requisitos de reciclabilidad, reutilización y transparencia en el ciclo de vida de sus productos. 

Otro hecho destacable de este año ha sido que, quizá por el espacio que ha dejado el parón del Ómnibus, las empresas se animan a dedicar recursos a afrontar nuevos retos como el de la gestión del capital natural y la biodiversidad. Así, vemos un número creciente de organizaciones interesadas en empezar a analizar sus riesgos y oportunidades vinculados a la naturaleza bajo el marco TNFD y avanzar en la definición de estrategias corporativas de capital natural o Nature Positive. 

Greenwashing: comunicar sostenibilidad en un entorno polarizado

En un contexto político y social cada vez más polarizado, la comunicación de la sostenibilidad se enfrenta a un doble reto: mantener la legitimidad y evitar el greenwashing. El auge del eco-escepticismo, especialmente en redes sociales, ha obligado a las empresas a pasar del “storytelling” al “storydoing”. 

Aun con la incertidumbre generada en las últimas semanas sobre continuidad de la Directiva de Green Claims, su aprobación ha elevado el nivel de atención y exigencia y las empresas (y los consumidores) se muestran ya más vigilantes frente a las afirmaciones ambientales ambiguas, no respaldadas por evidencia científica, o no verificables. Más allá de lo que suceda con la directiva de Green Claims en los próximos meses, es importante recordar que todavía existen regulaciones que supervisan esta comunicación. La Directiva de Empoderamiento de los Consumidores para la Transición Ecológica (2024) sigue vigente y que el gobierno español está tramitando la Ley de Consumo Sostenible con un enfoque alineado con la directiva de Green Claims. 

En este contexto, las organizaciones deben apostar por una transparencia radical, con métricas claras y trazabilidad de sus impactos, poniendo a los grupos de interés en el centro de sus comunicaciones de sostenibilidad, entendiendo los diferentes públicos y los intereses y motivaciones de cada uno. Además, la convergencia entre el reporting financiero y no financiero se acelera. Los informes integrados que conectan estrategia, riesgos, sostenibilidad y propósito ya no son una buena práctica, sino una expectativa del mercado.  

El propósito corporativo: el ancla en tiempos inestables

En un entorno volátil, el propósito corporativo se consolida como un marco estratégico estable. Las empresas con un propósito claro y alineado con sus operaciones demuestran mayor resiliencia, capacidad de adaptación y atracción de talento. 

La ciudadanía, aunque más escéptica, también es más exigente. Exige coherencia, impacto real y compromiso más allá del cumplimiento normativo. Las marcas que logran conectar con valores compartidos y demostrar resultados tangibles ganan legitimidad y preferencia. 

En este sentido, observamos un creciente número de empresas interesadas por establecer un propósito corporativo alineado con la sostenibilidad o revisitar sus estrategias desarrollando Marcos Estratégicos de Impacto que permitan orientar y focalizar su acción en sostenibilidad con la materialización de su propósito y la generación de impacto positivo real y medible. 

Avanzar en medio de la incertidumbre

2025 está siendo un año de transición. Las empresas enfrentan un entorno complejo, pero que está lleno de oportunidades para diferenciarse, innovar y generar valor sostenible, tomando así distancia con los competidores y ganando la confianza y preferencia de clientes y consumidores. En este contexto, contar con un socio estratégico en sostenibilidad como Anthesis puede marcar la diferencia. 

Nuestro compromiso es guiar a las organizaciones en su camino hacia el desempeño sostenible, ayudándolas a navegar la incertidumbre, cumplir con la normativa, conectar con sus grupos de interés y generar un impacto positivo real. 

Ponte en contacto con nosotros y descubre cómo podemos ayudarte a alcanzar tus objetivos de sostenibilidad.